A tu niño no le gusta hacerse fotos, esto es algo totalmente normal, no a todos los niños les gusta. Igual que hay algunos que se pasan todo el día buscando la cámara, otros simplemente tienen otras preferencias. También los hay quiénes están hartos o se aburren de dejar siempre lo que están haciendo para posar en una foto.
Es verdad que las sesiones con un niño al que no les gusta hacerse fotos suelen ser un poco más complicadas al principio. No obstante, con la experiencia, aprendes a saber tratar con ellos y a conseguir la confianza suficiente para sacar buenas instantáneas.
En este post he querido reunir aquellas prácticas que he usado a lo largo de los años, que pueden servir a toda aquella persona que quiera hacer una sesión a niño a quién no le gustan las fotos.
Conseguir su confianza para que no te vea como un extraño
En la confianza está la clave de todo. Por eso, siempre aconsejo tener un contacto previo con el niño días antes de la sesión. De la misma manera que lo propongo en cualquier sesión fotográfica. En esta pequeña entrevista, hablo con el niño y conozco sus gustos e inquietudes.
Además, y quizás lo más importante, consigo crear un vínculo entre los dos para que, cuando nos encontremos de nuevo el día de la sesión, hayamos creado algunos lazos y no me vea como una extraña. Esto favorecerá una mayor confianza entre ambos, y se dejará ir mejor.
Ponte a su altura
De manera metafórica y literal. Sí, para ganar su confianza tendrás que hablar con él, resolver sus dudas y sus miedos, convencerle y razonarle. Pero también deberás ponerte a su altura, es decir, agacharte y tirarte al suelo para conseguir algunas fotos. Quizás, estas sean las mejores tomas, porque vuestro objetivo se situará en el mismo plano que el niño y ellos te verán como un igual.
Una vez estés a su mismo nivel, muévete con ellos, o que ellos se muevan a tu alrededor. Pídeles que hagan alguna pose o mueca que tienes en la cabeza, pero tampoco insistas mucho, que sea natural. Si no quiere, inténtalo de nuevo más adelante. Mientras, eso sí, que la cámara no pare de hacer muchas tomas.
Paciencia, mucha paciencia
Casi se corresponde con el punto anterior, de ponerte a su altura. De hecho, una cosa suele ir pareja a la otra. Así, aunque estés a su altura, deberás ser paciente con todo aquello que le pides. Debes hacerlo con mucho tacto, engañándoles casi, para llevarlos al terreno que tú quieras.
No obstante, todo ese trabajo puede provocarte bastante estrés, e incluso frustración si no consigues el objetivo de que el niño se deje hacer. Ante esta situación, lo mejor es parar un segundo y reír y jugar con los niños para que se distraigan y vuelvan a estar predispuestos a ser fotografiados. Todo esto puede que te retrase un poco tu planning, pero mejor encauzar la situación en el momento justo que no tener a un niño enfadado y que se estropee la situación.
Interactúa con ellos y la cámara
La interacción no solo debe ser a través del juego, las risas y las palabras, sino también con la propia cámara. Para que se empiece a creer lo genial que está saliendo, enséñale las fotos, seguro que les gusta. A los niños, sobre todo a los más pequeños, les encanta verse en las pantallas.
Después de verse, posiblemente querrán tocar la cámara y la pantalla. Porque son así, lo tocan todo. Dales un poco de margen y déjales que toquen un poco la cámara e, incluso, que la cojan para que vean el peso. Eso sí, con mucho cuidado y tú siempre teniéndola bien sujeta.
Seguro que después de esto, son ellos mismos los que se ofrecen para posar delante de la cámara. Aunque posiblemente también le tengas que enseñar esa nueva foto porque, cuando les gusta una cosa, quieren más…
Fotos cuando no miren
Las ráfagas que puedas hacer cuando tienes al niño a tu alrededor son muy importantes. Pero también son muy interesantes aquellas fotos que saques justo cuando el niño no esté mirando a cámara. Para llegar a este punto debes dejar al niño tomarse un descanso y que juegue con el atrezzo del decorado o con sus padres. Posiblemente, en esos momentos se olvidará de la cámara y de tu presencia, y serán las que muestren al niño tal y como es: inquieto, observador, cariñoso, risueño, rebelde…
Y si, con todo, ¿mi niño no quiere?
Estos son algunos aspectos que se pueden trabajar a lo largo de la sesión para que, a un niño que no le gusta hacerse fotos, acabe por divertirse y aceptar de buen gusto hacerlo. Con estas técnicas, la mayoría de veces las sesiones suelen ir muy bien y el resultado es súper bonito. No obstante, si por alguna de las casualidades no es el día de vuestro hijo o hija, y la sesión acaba siendo un desastre, la pospondremos a un momento en que esté preparado.
No suele ser lo habitual, porque al final los niños saben comportarse y adaptarse mejor de lo que pensamos. Por eso, si aún con todas estas ideas tienes dudas sobre una sesión con un niño que no le gusta hacerse fotos, llámame y estaré encantada de solucionarlas. Asimismo, si quieres que sea la fotógrafa para esa sesión con tu hijo o hija, aquí me tienes a tu disposición.